Estamos viviendo tiempos de incertidumbre provocada por el coronavirus; tiempos de complejidad y ambigüedad que han propiciado el surgimiento de nuevos desafíos a los que tenemos que enfrentarnos sin haber resuelto los viejos: cambio climático, envejecimiento, inteligencia artificial y robotización, modelos de desarrollo, sostenibilidad,…
Pero esta crisis nos ofrece también un tiempo, una oportunidad para la reflexión sobre lo que es realmente importante y nos permite identificar las piezas que necesitamos para formar el puzzle del futuro, un futuro que puede tener múltiples formas, que no está escrito y que será, si queremos, el que nosotros construyamos y no el que se nos imponga.
Pero no basta con identificar todas y cada una de las piezas, depende de cómo las encajemos y de ese encaje dependerá la sociedad del mañana que deseamos para nuestra tierra.
Ahora tenemos la posibilidad de transformar esta crisis en oportunidad. El reto de conectar nuestras islas con la prosperidad, con una economía de mayor valor añadido, más diversificada y más sostenible es difícil, pero ilusionante.
No es momento de individualidades, por muy importantes que estas sean, sino de trazar estrategias comunes que nos permitan salir más fortalecidos de esta crisis y poder cerrar los viejos retos aun no resueltos y diseñar una hoja de ruta para abordar los nuevos.
Estos nuevos retos transformadores exigen consenso y un cambio de mentalidad que aparque los personalismos y anteponga el bien común, porque nuestra sociedad es diversa y la diversidad es un valor y no un obstáculo.
A pesar de la gravedad de la situación actual, afortunadamente nos encontramos en una encrucijada y no en un callejón sin salida, lo que nos permite escoger entre varias posibilidades para trazar la ruta adecuada hacia la nueva sociedad que ya se vislumbra en el horizonte.
Esta crisis ha puesto de relieve la extraordinaria importancia que tiene el conocimiento científico en la búsqueda de soluciones. La universidad es la gran productora de talento y conocimiento, pero también la sociedad, en cualquiera de sus dimensiones, atesora un importante conocimiento forjado día a día en la práctica.
La ley que regula a los Consejos Sociales de la Universidades Públicas Canarias nos indica, como parte de nuestros cometidos, el que debemos ejercer como elementos de interrelación entre la sociedad y la universidad con el fin de asegurar una adecuada interconexión entre la actividad académica e investigadora y las NECESIDADES intelectuales, culturales, sociales, científicas, económicas y laborales de Canarias.
El Consejo Social debe, pues, propiciar ese encuentro de pensamiento y reflexión para estimular e impulsar la acción, desde la diversidad.
Creo que es un momento adecuado para que Sociedad y Universidad piensen y reflexionen conjuntamente y aportemos una reflexión diferente a las que ya se están produciendo desde muchos ámbitos.
Atendiendo a nuestra responsabilidad de ser un punto de unión, conscientes de la necesidad del trabajo conjunto, hemos querido propiciar el pensamiento, y paso a la acción, del futuro modelo de desarrollo para Canarias.
Por ello, hemos tomado la iniciativa de invitar a un grupo de personas de la universidad y de la sociedad para que, partiendo de la realidad actual, nos ofrezca su visión sobre la Canarias que necesitan y necesitarán las actuales y futuras generaciones porque los futuros son cada vez más cercanos e inmediatos.
Es un grupo de personas de reconocido conocimiento, capacidad, experiencia y reputación que altruistamente han aceptado la invitación, demostrando así su compromiso con nuestra tierra. En nombre de todos los miembros del Consejo Social, les traslado su agradecimiento.