En un reciente artículo, Xavier Prats, exdirector general de Educación y Cultura en la Comisión Europea y consejero de Tech for all, red global de asociaciones dedicadas a la educación, señalaba que: “Ningún sistema será de calidad superior a la calidad de sus maestros”. Así resume Prats la cuestión de la educación. Hay que ocuparse de los maestros. “Si algo hemos visto en la pandemia es la importancia de los profesores, no para enseñar matemáticas, sino para asegurarse de que los niños no se sienten solos y que no desconectan de la clase”.
Sin embargo, a pesar de la importancia tan creciente con que los teóricos defienden la enseñanza, en nuestro país esa prioridad ha pasado a segundo plano, de tal manera que la misma no ha comenzado, en España y en Canarias, hasta el mes de septiembre, cuando en otros países europeos se reanudaron en mayo y junio.
Esta importancia de la educación no solo va dirigida a los niños y jóvenes, sino también al conjunto de la población, pues mientras más formada esté, mayor capacidad tendrá de responder a los retos de la situación, en la que vivimos y a las de futuro.
Por ello se hace necesario
a. Desarrollar programas institucionales destinados a valorar y mejorar la capacidad docente. Reconociendo y valorando las buenas practicas.
b. Asimismo, se deberán establecer medidas destinadas a la mejora de los resultados de rendimiento académico de los estudiantes, alternativas al abandono temprano e incremento del conocimiento y domino de lenguas extranjeras. Revisando, si es necesario, las normas que regulan la evaluación, e incluyendo p en la financiación de centros y departamentos parámetros relacionados con resultados académicos reales, evaluados quizá por personal ajena al Centro, para el cumplimiento de objetivos institucionales.
c. Incorporar planes de acción tutorial para identificar las carencias formativas de los estudiantes y potenciar la implantación de cursos cero para reforzar conocimientos básicos.
d. Elaborar un catálogo de competencias transversales para los estudiantes y promover su adquisición e incorporación en los grados universitarios. Entre ellas las habilidades del S.XXI, como son los valores, la creatividad, el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración y la resolución colaborativa de problemas complejos.