Desde el pasado 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud cataloga al COVID-19 como pandemia, tras registrar casos de infección en más de 114 países. Se estima que cerca de un tercio de la población mundial ha estado sometida a políticas estrictas, donde se destaca el confinamiento obligado de los habitantes, buscando frenar así el contagio masivo y obteniendo como resultado la descongestión del sistema sanitario.
Estas medidas han supuesto un freno en la economía, afectando a múltiples actividades, entre las que se encuentra el transporte marítimo de mercancía y pasajeros. El transporte marítimo representa el 80% de los movimientos del comercio internacional. Es por ello que, se estima que, semanalmente, este modo de transporte ha podido perder cerca de 350 millones de dólares.
El transporte marítimo, por su lado, ha manifestado cancelaciones de viajes, anulaciones de escalas o suspensiones de líneas por parte de las compañías. Es destacable el desplome del precio del petróleo que lleva a los productores de crudo a almacenar el mismo en buques. A esta situación se suman los casos de buques con carga en ruta, donde tanto sus escalas como su destino final, se ven alterado por las cambiantes políticas de los países para hacer frente a la pandemia. Finalmente, añadir el desmoronamiento, casi en su totalidad, del tráfico de cruceros.
Los últimos informes técnicos, preparados por los equipos de economistas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), han anticipado la profundidad de la crisis comercial internacional, que afectará los intercambios comerciales en los próximos dos años. Las primeras estimaciones de la OMC, para el año 2020, manejan una horquilla de entre el 13 y el 32% de caída, atendiendo a las recurrentes oleadas epidémicas, pero también a su persistencia a lo largo del tiempo.
Como facilitadores del comercio internacional, los puertos son los nodos de la red que forma el transporte marítimo y como tales son muy sensibles a los shocks económicos. Los fenómenos críticos como catástrofes naturales, conflictos armados, acciones terroristas, accidentes o crisis sanitarias como la actual modifican su funcionamiento de forma severa, alterando incluso su conectividad y posicionamiento en las redes comerciales en el medio y largo plazo. La crisis sanitaria está provocando una contracción de la actividad comercial, con efecto directo sobre el sector portuario a escala global.
Los puertos europeos aún tienen esperanzas de recobrar el ritmo habitual, aunque esto no asegure una rápida recuperación de la actividad comercial en Europa. Haciendo referencia a los centros portuarios españoles, es evidente que la paralización de la economía mundial a causa del COVID-19 ha afectado a la actividad de los puertos. Los 46 puertos de interés general del Estado, gestionados por 28 Autoridades Portuarias que coordina Puertos del Estado, presentan en conjunto una disminución del 11% respecto a junio de 2019. Esto ha supuesto una estabilización del ritmo de caída más acusado presentado en mayo 2020.
En lo que respecta al Puerto de La Luz y de Las Palmas, si se analizan las cifras del primer semestre del año pasado respecto a este 2020, el puerto perdió, en términos de toneladas de mercancía, en torno al 1,8%. En lo que se refiere a pasajeros el tráfico se redujo en casi un 43%. Sin embargo, estas cifras no resumen el impacto en todas las actividades relacionadas con el Puerto, como podrían ser las reparaciones o el bunkering y las consignatarias, especialmente las que ejercen su actividad con los cruceros y las plataformas petrolíferas.
La relevancia del sector logístico se pone de manifiesto en el coste que supone, para el mercado en España, el porcentaje medio del coste logístico, que se estima que está en torno al 10%, y la media de la Unión Europea, alrededor del 8%. En Canarias este coste se estima algo mayor que, en la España peninsular, puesto que prácticamente el 95% del comercio exterior de Canarias, pasa por los puertos encareciendo el coste de la logística.
De aquí se deriva la urgencia de que los puertos sean eficientes, cualquier cuello de botella en la actividad portuaria, produce incremento de costes en el comercio. Es decir, la logística portuaria pasa a ocupar un papel relevante en el proceso general. De manera que la investigación en temas de digitalización portuaria es fundamental.
Dentro del escenario internacional y nacional expuesto, el Puerto de La Luz y de Las Palmas, se ha posicionado, en los últimos años, como uno de los puertos más importante, tanto a nivel nacional como internacional, debido a las excelentes características de localización, que lo han convertido en base tradicional de escala y avituallamiento de buques a su paso por el Atlántico Medio. Representando un punto de conexión entre tres continentes: África, Europa y América, además de estar conectado con los cinco continentes, a través de más de treinta líneas marítimas.
La situación estratégica privilegiada en la que se encuentra el puerto de La Luz y de Las Palmas, lo ha consolidado como un puerto hub logístico, siendo uno de los nexos de distribución de mercancías más importante de España. Esta conectividad proporciona ventajas a la economía de las Islas Canarias, porque no solo apoya a la comunidad portuaria, sino también al rápido abastecimientos de las empresas isleñas.
Esto se debe a que se reducen los tiempos de almacenamiento, consiguiendo que se abarate el coste de la logística en las empresas canarias y garantizando el suministro de componentes en diversas industrias. Por ejemplo, en la industria de reparaciones navales que incluye los astilleros canarios, de extrema relevancia en la economía de Canarias.
Según el último ranking de conectividad portuaria mundial,, elaborado por la UNCTAD, el puerto de Las Palmas es el cuarto puerto con mayor conectividad de España, ocupando el número 118 en el mundo y el 29 de Europa, en 2019. El peligro de la reducción de este índice de conectividad estriba en el encarecimiento de la logística, por tanto, la ralentización del comercio internacional es una grave amenaza para Canarias.
Por otro lado, es indudable que un campo de investigación indispensable para reanimar la economía canaria es el transporte marítimo. Considerando los sectores de la economía se observa que el Sector Primario, conduce al Sector Secundario y este al Terciario, pero los dos primeros sectores tienen una contribución muy escasa al PIB canario. Por tanto, se contrasta que para abastecer al sector terciario hay que recurrir a las importaciones.
Considerando que el 95% de la mercancía que entra a las islas lo hace a través del transporte marítimo (por el aéreo solo se importan bienes muy escasos caracterizados por ser de alto valor y poco volumen), se destaca la gran relevancia económica de los puertos de las Islas, ya que abastecen, tanto a la demanda local, como al sector turístico.
Otro aspecto a considerar en la industria portuaria es la posibilidad de contribuir a la mitigación de los efectos del Cambio Climático. Por ejemplo, la regasificación que permita a los buques abastecerse de Gas Natural. A su vez, iniciativas para fomentar la conexión de los buques a las redes eléctricas (cool ironing), reduciendo las emisiones a las ciudades cercanas a puertos. Por último, la digitalización de la recogida de residuos.
En definitiva, los puertos no son meros intercambiadores entre el modo marítimo y el terrestre. Además, generan valor añadido, como se ha puesto de manifiesto en las diversas industrias que acompañan al desarrollo portuario. Entre ellos, destacan los astilleros canarios, el sector de reparaciones navales, la logística como actividad en sí misma, el suministro de combustible (bunkering), entre ellos el gas natural a través de la regasificadora.
Este último aspecto es significativo, en tanto que la actual crisis puede acelerar la transición hacia la digitalización y la progresiva descarbonización de los procesos productivos en todos los sectores, incluyendo también al sector marítimo-portuario.
Futuros proyectos de investigación que generen actividad económica
La colaboración público-privada es indispensable como mecanismo para la reconstrucción, de manera que se movilicen los recursos financieros necesarios para desarrollar proyectos y ejecutar las inversiones que sirvan de estímulo a las empresas.
Se requiere una profunda investigación para acceder a la digitalización de los puertos, de manera que, en la logística portuaria, no se creen cuellos de botella. Consiguiendo con ello que se estimule la eficiencia portuaria, un indicador que, indudablemente, contribuye a resaltar la capacidad de los puertos para atender a la demanda con extrema rapidez y ajustado a los costes.
Por otro lado, la evolución de la conectividad portuaria podrá proporcionar una correcta evaluación del impacto sobre las jerarquías y sistemas portuarios regionales. La conectividad, como se ha mencionado, no solo colabora con el negocio portuario, sino con el abaratamiento de la logística, a través de la gestión de stocks, que redunda en la reducción del tiempo de almacenamiento. Una profunda investigación de la conectividad incorporará un conocimiento más amplio de todas las líneas y buques, que pasan por las islas y cerca de ellas, proponiendo medidas para regular el paso de los combustibles.
Otro aspecto a considerar, para proyectos de investigación en el ámbito portuario, es el análisis de la capacidad de los puertos para mitigar los efectos del Cambio Climático. Entre las posibles medidas están las conexiones terrestres (cold ironing) para el suministro de energía de los buques, con el objetivo de reducir emisiones a la comunidad portuaria y las ciudades cercanas. También, modernizar las actividades de recogida de residuos, con proyectos que permitan adaptar a los buques para que se traten los residuos en alta mar. También, establecer indicadores que permitan conocer en el puerto cuáles son los barcos que emiten menos contaminantes mientras navegan, proponiendo bonificaciones a aquellos que tengan un indicador más favorable.
Por último, podría ser interesante proponer una investigación sobre la deslocalización motivada, antes de la pandemia, por el encarecimiento del transporte marítimo debido a las medidas medio ambientales, y después de ésta, por la necesidad de tener fábricas cercanas ante una catástrofe como la de la pandemia actual.
La formación es otro de los aspectos a tratar dado que todas las actividades que se generan en el puerto y en su entorno, demandan personal con determinadas características y que, además, sean capaces de defenderse con algún otro idioma.